El Cuadrante no se agota en sí mismo. Las paredes del museo han de atravesarse para completarla con el contexto del paisaje. El territorio forma parte de su contenido.

           “Del fondo oscuro del jardín, donde los grillos daban serenata, llegaban murmullos y aromas. El vientecillo gentil que los traía estremecía los arbustos, sin despertar los pájaros que dormían en ellos. A veces, el follaje se abría susurrando y penetraba el blanco rayo de la luna, que se quebraba en algún asiento de piedra, oculto hasta entonces en sombras clandestinas”

            Este evocador texto de Rosarito, otro de los cuentos de Jardín Umbrío, nos hace pensar, una vez más, en el jardín de la casa de los abuelos, donde abundaban precisamente, los bancos de piedra y los árboles de ramaje espeso que proyectan su sombra sobre la casa.

            Entre esos árboles destacan un grupo de viejas camelias (Camellia japonica y Camellia sasanqua), que recordaban a Valle las manos de su madre, por lo menos en la ficción literaria de Mi hermana Antonia, de Jardín Umbrío:

            “Mi madre era muy bella, blanca y rubia, siempre vestida de seda, con guante negro en una mano, por la falta de dos dedos, y la otra, que era                                

             como una camelia, toda cubierta de sortijas. Esta fue siempre la que besamos nosotros y la mano con que ella nos acariciaba”

Las camelias crecen a la sombra de un gigantesco y antiquísimo magnolio (Magnolia grandiflora). Hay también un tejo (Taxus baccata); una Lagerstroemia indica, de procedencia australiana y de porte considerable, quizás de las más grandes de Galicia y, en otro sector de la huerta, un castaño (Castanea sativa) también de grandes dimensiones.

Principal. Bienvenida. Situación. Valle-Inclán.Datos de Interés. Casas. Visita guiada